sábado, octubre 07, 2006

Confiar, confianza, lealtad ...


Difícil tema, palabras sólo de dos o tres sílabas pero que me hacen pensar, saber cuándo y en quién confiar?, darle confianza a las personas ya sean cercanos o conocidos?, ser leal a quién? ... cómo saberlo?, sólo sé que eso lo dicta mi intuición y mi corazón.

Literalmente y como lo dice el diccionario de la Real Academia Española confiar es depositar en alguien, sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene, la hacienda, el secreto o cualquier otra cosa. Por otro lado tenemos la palabra confianza que, sería la esperanza firme que se tiene de alguien o algo, la seguridad que alguien tiene en sí mismo, ánimo, aliento, vigor para obrar, familiaridad (llaneza, sencillez y confianza en el trato o contacto habitual o conocimiento profundo de algo o de alguien) o pacto o convenio hecho oculta y reservadamente entre dos o más personas, particularmente si son tratantes o de comercio. Y, si quiero hablar de lealtad, con exactitud debería decir que es el cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien, unido al amor o gratitud y a la legalidad, verdad y realidad...

En la actualidad nuestro sentido de la vida está plenamente ligado al impulso de la supervivencia y ... la confianza, ya que todos en algún momento determinado sentimos el irresistible impulso de empujar y empujar abriéndonos camino por un oscuro y angosto túnel, sin saber a ciencia cierta qué nos espera del otro lado, confiando solamente en que al otro lado de este trayecto, encontraremos lo que necesitamos. Es lo que ocurre a un bebé recién nacido, cuando al cruzar el canal de parto confia plenamente en que del otro lado encontrará ese aire que le permitirá vivir, así es entonces como llegamos a este mundo como seres débiles e indefensos y es esa misma vulnerabilidad la que nos hace confiar, confiar sobre todo en quienes nos rodean estando conscientes que dependerermos sólo de ellos para nuestra supervivencia.

A medida que crecemos y acumulamos experiencias, vamos perdiendo esa confianza con la que nacemos y a cambio aprendemos a protegernos del exterior con dos propósitos, huir del dolor en algunas ocasiones y en otras buscar la felicidad. Y es así como llegamos a convertirnos en adultos manejando una serie de mecanismos instintivos que nos ayudan a vivir pero ¿confiamos en la vida?, ¿confiamos en quienes nos rodean? ...

Viviendo en un mundo de interacciones constantes, y donde cada vez y con más claridad vemos cómo nos afectan lo que sucede a nuestro alrededor y cómo somos afectados por el entorno, sabiendo que las relaciones interpersonales son los motores de nuestra existencia y sabiendo también que éstas se convierten en una de las principales causas de nuestros conflictos, es cuando debemos fijarnos en tres cuestiones básicas: sentirnos incluidos sabiendo que pertenecemos a un grupo, que nos consideran parte de él y que cuentan con nosotros. Sentir que tenemos control sobre las decisiones y las acciones, sabiendo cuáles son las reglas del juego y que tendremos participación en ellas y, por último, sentirnos queridos, aceptados y reconocidos por lo que somos, no por lo que tenemos o sabemos. Cubriendo estos tres puntos básicos, nos haremos personas maduras, equilibradas, seguras, capaces de interactuar con los demás sin llegar a conflictos en el dar y el recibir, sin dependencias ni reclamos exagerados y sin lugar a dudas llegando a una relación sana que se basa en la confianza mutua, es decir el espacio en que nos podemos desarrollar, donde nos podamos expresar con plena libertad, donde seamos respetados y dónde no nos sintamos juzgados ni criticados, ni mucho menos condenados. Porque si no tenemos este espacio, terminaremos desarrollando una serie de mecanismos o escudos y adoptaremos posturas ficticias las que no corresponden a nuestra personalidad interna sino que son fruto del miedo, trayéndonos ésto como consecuencia, problemas de comunicación, críticas, juicios, ideas preconcebidas, creando un ambiente de desconfianza y dónde todo lo que suceda a partir de ese momento, sea recibido a través de ese turbio y tupido filtro que nos hemos colocado.

Me pregunto, porqué es difícil crear ese clima de confianza, donde el confiar y el ser leal para mi vienen de la mano. Digamos que siendo muy observadores desde la distancia o la cercanía, todos nos podemos tomar ese privilegio. Apreciar desde donde habla o actúa la otra persona, identificando cuales son la experiencias que la han llevado hasta dónde está ahora, ver sus motivaciones y sin enjuiciar, descubriendo cuáles son sus miedos, cuáles son las necesidades que desea cubrir, comprendiendo, entendiendo y aceptando que existen diferencias entre unos y otros pero sin sentirnos atacados ni sintiendo que nos están quitando algo que nos pertenece.

La confianza en la vida y las personas es entonces, la mejor escuela de aprendizaje y experimentación. Dar confianza a otros y tener confianza en otros, pensando siempre en positivo, aún sabiendo a ciencia cierta que todos podemos fallar en algún minuto (no somos perfectos ...), pero siendo rectos, mirando directo a los ojos y siendo muy claros en nuestros puntos de vista, creando ambientes en los que nos conozcan y donde podamos conocer a los otros, sin emitir juicios de ante mano y lo mejor preguntando directamente a las personas cuando sentimos que dudamos, es cuando seremos confiables y confiados. Porque ante todo para que exista la confianza y seamos confiables debemos ser leales a quienes elegimos queremos que vivan en nuestro pequeño mundo personal y esa, la lealtad nos trae como regalo el saber que nuestros caminos pueden ir en la misma dirección ya que cuando ésta (la lealtad) se vá, mejor agarramos esa peligrosa pinza de la que siempre hablo y sin demoras hacemos esa cruel limpieza y sacamos de manera radical a quién en resúmen, no nos dá la confianza necesaria para poder vivir junto a ella.

Demás está decir que a mi personalmente me gusta confiar en las personas pero la duda que a veces se cruza por mi mente y cuando ocurren situaciones puntuales es si yo seré una persona confiable para los demás? o si simplemente los demás confian en está rucia? (así me llama un querido e incondicional amigo) ... Tonta y odiosa duda la que se diluye cuando veo que en el tiempo he sido capaz de conservar y cuidar en mi pequeño universo a una gran cantidad de bellas personas, con las que incondicionalmente (valga la redundancia), siempre nos hemos estado nutriendo de un gran afecto y cariño el que de manera natural lleva unido un gran respeto, una gran confianza y sobre todo la que siempre ha estado marcada por esa simple palabra que se llama lealtad. @

La razón no me ha enseñado nada. Todo lo que yo sé me ha sido dado por el corazón.
Leon Tolstoi


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