sábado, enero 13, 2007

Me he dado cuenta ...


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.. qué débiles somos, con qué facilidad herimos a quienes están próximos a nosotros. Basta un par de palabras y los hacemos trizas. Me gustaría saber ¿por qué siempre dañamos lo que tenemos mas cerca?, es fácil primero se nos nubla la vista, no vemos nada solo nuestra rabia, luego cegados por ésta, explotamos y ya en ese minuto no hablamos sino, lastimamos. Luego de ese arrebato, se nos vienen nuevas ideas a la cabeza, sí nuestra cabeza es muy ágil y en forma rápida estallamos nuevamente ... ya no queda otra más que apechugar ...

Las causas pueden ser variadas, yo soy muy enojona y hay situaciones, las que a sabiendas no valen la pena, igual me enfurezco. Ahí es entonces cuando irónicamente me divierto, por ejemplo ... un conductor malas pulgas, siempre será motivo para que yo reclame, mueva mis manos y más ... me burle de él y también lo haga pasar un mal rato, si al final manejan mal y además son !!! frescos !!!

Mis niños cuántas veces, me han sacado los choros del canasto y qué manera de enojarme, pero cuando la cosa no es seria, luego de pensarlo bien igual termino quejándome, pero solo para no perder la costumbre, ellos ya me conocen y saben cuando la cosa, se pone color de hormiga...

He visto iras profundas, ataques de celos, y la verdad por mas que los quiera entender, no los soporto. Será porque nunca he tenido la necesidad de conocerlos, será por que me siento segura de lo que tengo. Será porque me criaron de una forma en que nunca tuve la urgencia de sentirlos, será porque no me resulta grave compartir, repartir ... sí repartir sonrisas y cariño.

Como no conozco ese sentimiento me lo han tenido que explicar pero, como soy porfiá sigo sin entenderlo. Debe ser terrible, te hace gritar, llorar, como se dice es un sentimiento que te saca de tus casillas, si hasta se llegan a romper cosas, patear y cerrar puertas con fuerza pero ¿qué culpa tienen esas cosas?. Es un sentimiento, por lo que he podido observar, que te convierte de un momento a otro en un energúmeno y además te produce pena, tristeza. Pasas de la calma a la pataleta. Te hace decir palabras que hieren y ofenden en algunos casos. Ahora libre del que los quiera sentir, pero ¿qué culpa tengo yo?, me siento totalmente ajena a ellos, y hay de mi si los sintiera, pues con mi genio, puchas que lo pasaría mal.

He visto y me he visto en peleas, enojos y furias a destajo, pero qué culpa tienen los otros de nuestra irritación. Debemos ser muy cautos en nuestros comentarios, porque a la larga y luego de un rato de enfurecimiento, queremos recular y ya, que metemos la pata de nuevo. Como no sabemos qué actitud tomar, nos vamos por el lado chistoso, pero resulta que quién se ha molestado no siempre está dispuesto a enganchar con nuestras bromas (de mal gusto por lo demás) y seguro te manda a cierta parte ... o responde con algo de sarcasmo pues a esa hora ya está enojado también y mas rabietas van y vienen... al final y como resúmen queda la grande.

Para terminar, qué difícil no enojarnos. Siempre estamos expuestos a ese sentimiento tan odioso, que nos hace transpirar, pero con el tiempo he aprendido a medir el tamaño de las furias, creo que es un buen ejercicio, alejarme de lo que me irrita, contar hasta mil, mirar la película desde lejos, pensar si es tan grave o no como para ocupar mi tiempo desgastándome en malos ratos. Y por último, si la exasperación va a mayores ... sí, grito, pataleo, reclamo, pero trato de medir mis palabras, pues me resulta más fácil disculparme por la actitud que tuve pues, si ofendiera creo me sentiría doblemente dolida ... y triste por haber herido gratuitamente a mi adversario de turno ... @

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