.. Y así un día de febrero todo cambió. El mar, ese inmenso mar se tornó lejano y su salino sabor ya no está más, ya no suena a mar. Los cerros se poblaron de verde y ese dorado desierto solo vive en mis pensamientos. Pero como todo es posible me encanta lo que veo desde mi ventana, los ruidos cambiaron, ya no son olas, esas dulces olas se transformaron en ruidosas bocinas y sirenas. Las gaviotas que volaban silenciosas y ligeras, desde ahora son ruidosos helicópteros revoloteando muy cercanos a mi, pero soy muy afortunada pues vivo muy cerquita del cielo.
Las calles, esas conocidas calles que conocí desde mi auto, ahora son otras, las que en una caminata matinal, me llevan por rumbos cercanos en compañía de mi silencio, ese relativo silencio que siempre es acompañado por una carrera loca de un auto desconocido. Pero como todo es posible, me siento feliz y libre de saberme una desconocida, de saberme solo alguien más que deambula por esta ciudad.
Las voces son otras, ya las estoy sintiendo cercanas y dulces. Si, voces recordadas que van siendo reconocidas nuevamente al pasar de los días. También me he encontrado con otras, nuevas y acogedoras que me hacen sentir bienvenida.
Los rostros son otros, desconocidos u olvidados pero lentamente recordados, ya no son solo una fotografía sino que desde ahora, los puedo tocar y abrazar. Extraño aquellas caras que desde ahora viven tan lejos, pero como todos es posible desde siempre los espero en esta, mi nueva casa tan próxima a la luna y las estrellas, esas que desde un día cualquiera cambiaron su intensidad pero que casi puedo tocar ...
Para decirlo en pocas palabras ... gracias a los que dejé tan lejos y gracias a los que tengo tan cerca, porque como siempre estoy feliz, acostumbrándome nuevamente a vivir otra vez en esta ciudad, mi casa, desde febrero ... @
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